Citas textuales para el día del idioma
01
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Antes todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el mediodía fue roto por el grito estridente de las sirenas; los caminos se perdieron bajo toneladas de polvo y anchas vías cruzaron el verdor de los sembrados; los árboles, cercados por el humo, envejecieron y terminaron por perder sus hojas y sus nidos; y el silencio, ese bendito silencio que era como un manto protector tendido sobre el campo, huyó para siempre hacia las montañas.»
02
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Luego de conquistada la tierra vino la invasión mecánica: camiones, palas, grúas... Crujieron las montañas centenarias al sentir en su base la puñalada del acero; se descuajaban con quejidos casi humanos los árboles enormes de los boscajes; y las casas humildes, fabricadas de paja y barro, cayeron con sus ensueños ancestrales ante el empuje de la codicia.»
03
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Una ansiedad oculta a veces, a veces manifiesta, pero siempre existente, por cambiar de vida, por mejorar, por tener con qué comprar un traje nuevo, una silla, una mesa. Lo que, en síntesis, constituye la felicidad, conforme la conciben muchos. Esa felicidad material. esa satisfacción de los sentidos: agua para el sediento, pan para el hambriento, ropa para el desnudo, cama blanda para el fatigado, consuelo para el afligido... Todos corriendo tras de la felicidad. Y ésta siempre esquiva, inasible, porque detrás de cada sueño realizado hay otro para realizar.»
04
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Mariena estaba silenciosa, triste. No comprendía sus reacciones de ahora. Siempre había sido alegre, aun dentro de la miseria. Y desde un mes esta parte todo estaba desteñido, mustio. El mismo esplendoroso sol veraniego le parecía alejado, como oculto tras de una nube impenetrable. Tomó con desgano el pedazo de pan que le entregaba Cándida. Miraba hacia el horizonte, hacia el infinito; hacia los límites imprecisos de su alma de mujer, que empezaba a nacerle allá adentro, en ese sitio indefinido, no ubicado aún: la cabeza, el corazón...»
05
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Parecía que en la Compañía Carbonera del Oriente la vida humana tuviera un significado misérrimo. Un obrero era sólo una ficha. Él, por ejemplo, desde el día anterior no era Rudecindo Cristancho. Tenía un distintivo escrito en una plancha de metal dorado, con números negros: 22048. Eso era él, pensó con desesperación. Una placa, una cifra; un elemento tan importante, a lo sumo, como una pala. Pero su condición de ser humano, de hombre con problemas, con ilusiones, ¿en dónde quedaba?»
06
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Ya no podía gritar. Se ahogaba la voz en su garganta, pero allí, en el fondo de su corazón, su ser interior continuaba gritando, pidiendo pan y caridad y justicia.»
07
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Hundidos en el fondo de las minas, como cucarachas, como lagartijas, estamos expuestos a morir y a dejar huérfanos y viudas..., porque somos ignorantes, ¡porque nosotros pertenecemos a la clase maldita de los infelices!»
08
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Era la misma vida, horrible, monótona. Eran los mismos hombres tiznados, amarillos, hastiados del trabajo, que cuando recibían el pago se dedicaban a dejar el dinero en las cantinas, a beber cerveza hasta caer como fardos debajo de las mesas... Buscaban el olvido, un bálsamo, así fuera momentáneo, para sus angustias; la alegría artificial de la borrachera en medio de la tristeza real de sus vidas rotas.»
09
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«Era muy raro ese muchacho. Doce años... ¡Doce nada más! Había crecido entre los dolores y la miseria, y quizá por eso su alma se había despertado a la violencia tan pronto. Quizá de su infancia sin sol y sin caricias, sin pan y sin ternura, le nacían la rebelión y la cólera.»
10
La rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio
«¿Para qué recordarlo? El tiempo ido no debe volver a la memoria, porque entonces surge el arrepentimiento, cunden la surge nostalgia y la duda.»
11
Juan Gabriel Vásquez
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«Un buen nacional», escribió allí, «no es aquel que pasa su vida intentando probar que el suyo es un país mejor; es el que trata de hacer grande al país que lo recibe, porque ésta es la mejor forma de honrar al que lo vio nacer».
12
Juan Gabriel Vásquez
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«Eran las vidas de quienes han perdido su país, para las cuales la felicidad era precaria: un sueldo de lástima haciendo trabajos que en su país no habrían hecho.»
13
Juan Gabriel Vásquez
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«Usted odia a los tiranos», le decía a Fausto. «Ahí es donde nos encontramos usted y yo. A los campesinos los están matando a una hora de aquí, a dos horas, y nosotros recitando poemas. Y yo le digo, joven: si esos poemas no sirven para combatir, lo más probable es que no sirvan para nada».
14
Juan Gabriel Vásquez
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«¿Hay como parece desprenderse de los diarios, una ola de violencia ¿Alguien ha comprobado qué relación guardan los hechos de sangre y actos criminales de esta época con los de tiempos normales? No. Pero sin duda, un extranjero que quisiera informarse sobre la situación actual de Colombia, al pasar una revista sobre la prensa del país, la creería al borde de una catástrofe o en el filo de una revolución. Los colombianos, en cambio, no nos alarmamos. ¿Por qué? ¿Nos es indiferente que cada 24 horas se registre un nuevo hecho de sangre, atribuido a luchas políticas? No. No podemos haber llegado a ese grado de insensibilidad. Algo debe ocurrir, sin embargo, para que, cristianos viejos, no demos la importancia que se merece a una situación semejante. Y es que no aceptamos esas versiones como se presentan. Ni los conservadores asesinados por los liberales, ni los liberales asesinados por los conservadores provocan nuestra alarma o nuestra indignación, porque todos esos informes son recibidos con un considerable descuento inicial. Esperemos, dicen las gentes, a ver cómo pasaron las cosas. Y eso —cómo pasaron las cosas— no se sabe jamás.
15
Juan Gabriel Vásquez
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«Sergio tenía la certeza de que después, acabada la película, no habría dos personas en este teatro que hubieran visto lo mismo. Ni siquiera Sergio había visto siempre la misma película: a veces era la metáfora de un país, a veces era una tragedia doméstica, a veces era la forma meticulosa en que hombres y mujeres quedaban aplastados sin misericordia bajo la aplanadora de la historia.»
16
Juan Gabriel Vásquez
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«Ustedes han causado mucho dolor», le dijo a uno de los comandantes. «La gente lo único que quiere es verlos en la cárcel».
«Pues vamos a la cárcel», repuso el hombre. «Pero entonces vamos todos. Porque una guerra no se hace desde un solo lado».
17
Juan Gabriel Vásquez
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«En un ambiente capitalista a la edad de ustedes es corriente y hasta natural tener novios o novias. ¿Por qué? En primer lugar la juventud no tiene ningún ideal, ninguna inquietud verdadera, sólo vive pensando en eso, pendiente de eso. Es su foco de interés. Es una sociedad corrompida que cifra sus mayores anhelos en la pasión y en el sexo. Los resultados ya los conocemos, la desgracia, la soledad, la angustia, el temor, etc. ¿Cuál es el paso siguiente? O bien meter las patas y casarse joven sin ninguna madurez, atándose a unos deberes que les impedirán realizar su vida, sus ideales, además de los problemas posteriores ya conocidos, o bien entrar en un ambiente alrededor del cual lo básico en la vida es eso, hasta caer poco a poco en una degeneración donde lo único importante en la vida sea el sexo.»
18
Juan Gabriel Vásquez
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«Es muy importante, decisivo, escoger buenas amistades. El refrán «dime con quién andas y te diré quién eres» es muy sabio. La influencia que ejerce una amistad es decisiva. Así pues, hay que escoger amigos y amigas positivas, en lo político, moral e intelectual. Esto no quiere decir que tengan que ser perfectos, no, pero si es indispensable que tengan un aceptable nivel político, que sean sanos moralmente y que tengan una mentalidad proletaria, aun cuando, naturalmente, tengan defectos, los cuales ustedes pueden ayudarles a corregir; y ellos los de ustedes. Cualquiera de los dos que tenga un amigo o amiga contrario a lo señalado, debe criticarlo y hacerle ver lo perjudicial y lo peligroso que es. Si persiste, debe ayudarle en todas las formas para que desista de esa compañia.»
19
Juan Gabriel Vásquez
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«Sin temor al sacrificio y a las dificultades, esforzarse por la victoria final».
20
Juan Gabriel Vásquez
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«El pueblo y solamente el pueblo es capaz de crear el movimiento que pueda cambiar el futuro de la humanidad.»
21
Juan Gabriel Vásquez
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«Yo entendía la inventiva con la que diariamente engañaba los estómagos de sus hijos y se las arreglaba para encontrar comida también para mí». Y luego: «Esta conciencia hacía que cada trozo de pan que me correspondía cayera como una piedra sobre mi alma».
22
Juan Gabriel Vásquez
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«Qué sentido tienen los colores?», preguntó ella. Tú sabes que el rojo de nuestra bandera simboliza la sangre de nuestros héroes, ¿no es cierto? La sangre de millones de camaradas que dieron la vida por la república. Ponte a pensar en lo que siente un revolucionario cuando ve que alguien más, en otro país, ha decidido por un capricho que el color rojo, el color por el cual estamos dispuestos a dar la vida, se convierte en una orden para detenerse. Y si lo aceptáramos, si aceptáramos que el rojo sea la señal para que los carros se detengan, también tendremos que aceptar que ante el rojo se detengan los peatones... en los semáforos para peatones. ¡Y nosotros no sólo somos peatones, somos luchadores revolucionarios! ¡Y no podemos aceptar injerencias extranjeras en la revolución!»
23
Juan Gabriel Vásquez
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«...lograr un cambio radical en su concepción pequeñoburguesa del mundo y conseguir su remodelación ideológica —esa palabra usó Sergio: remodelación— para adquirir la conciencia de clase del proletariado y, al regresar a su país, hacer un mayor aporte a la lucha revolucionaria del pueblo colombiano.»
24
Juan Gabriel Vásquez
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«Usted no está aquí para hacer lo que más lo divierta», le dijo. «Usted está aquí para hacer lo que sea necesario».
25
Juan Gabriel Vásquez
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«Mientras más alto el bambú, más flexible debe ser su tronco para tocar con sus hojas las aguas del río».
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Un cuento es un cuento, tiene valor, pero no vida. Una historia es más real"
27
Cartas a Antonia
Alfredo molano
"Yo soñaba, botaba mis sueños a volar: No me los fabricaban como los fabrica ahora la televisión o la internet, las aplicaciones y los juegos de maquinitas"
28
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Las frutas maduran poco a poco hasta que cuando el sol las ha hecho dulces, caen al suelo. Si las coges antes y las maduras biches, pierden sus sabores. No vivas más allá de lo que eres"
29
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"La felicidad es un engaño para dominarnos. Pero existen momentos cortos en los que podemos saborear la alegría, la serenidad, la esperanza"
30
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Debes saber que eres bella, pero tienes que emprender una lucha tenaz contra la vanidad porque ella te esclaviza, sería tu maldición"
31
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"muchos cubanos se fueron a buscarlos prendidos de un neumático o montados en un par de troncos, y encontraron la libertad de trabajar lavando platos"
32
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"¿reguetón será? y que más que música es un ruido desacompasado, hecho para no sentir"
33
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"(Estados Unidos) es rico también porque han hecho y ganado muchas guerras, que son también buenos negocios, como el que hacen con la guerra en Colombia: nos venden las armas con que nos matamos"
34
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Hemos sido un país muy rico en oro. ¿Sabes de dónde viene el oro? Según dicen algunos científicos, viene del espacio. Hace millones de millones de años, muy lejos, muy lejos, estalló una estrella en pedazos. Se hizo añicos y esos pedacitos se fueron volviendo polvo y flotando en el espacio como un cardumen de sardinas en el mar. Hasta que nuestro sistema solar atrajo esa nube viajera y la estrelló contra la tierra donde se estaban formando las cordilleras y los mares. Ahí quedó escondido ese polvo vagabundo que tanto codiciamos los seres humanos"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Sin tierra un campesino es un desempleado, un vago o un jornalero"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"embrujándolos con la marihuana, que es como fumarse un sueño con pesadilla" (p. 106).
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Muertes de compañeros de cafetería, conocidos que murieron para que nosotros no muriéramos. Pero muchos lo hicieron con el morral al hombro y el fusil en las manos. Muchachos tan generosos como los que después me encontré en las costas del Guayabero, que no les temían ni a la noche oscura ni a los ríos crecidos. Fue cuando comencé a escribir sobre ellos y sobre su gente. Escribí deslumbrado, alucinado. No paraba de escribir sobre un país que no se conocía, y de conocerlo, por supuesto".
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"el "checkin", un término en inglés al que debes acostumbrarte porque las invasiones siempre comienzan por los idiomas, y el castellano, el más rico del mundo, está siendo avasallado —como tantas otras cosas— por los "ingleses" de Norteamérica". (p. 118).
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"A veces desde el avión, y si hay luna, las noches son bellas. Se siente el silencio del universo"
41
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Las guerras, lo sabrás algún día, se pierden por el honor de los militares"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Una de las cosas más bellas del Páramo es el silencio"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"La tierra, mi adorada Antonia, siempre es la causa de las guerras, inclusive —es triste— entre hermanos y entre padres e hijos"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Manizales es así, Antonia. Hace frío porque queda cerca de un nevado, pero hay niebla porque hay café; las lomas están sembradas de café, hay guadua en las cañadas, y en algunos cerros, todavía manchas de lo que fue selva"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"El café les deja platica para gastar, pero —lo que es mucho más importante— los hace ser iguales y por eso todos participan en la fiesta"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"El viaje que habíamos fijado para el 13 de febrero comenzó mucho antes, con los sueños"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Cada día es más patético el hecho de que la cabeza de los viejos funciona sin darse cuenta de la edad del cuerpo. O se da cuenta cuando el cuerpo se lo recuerda de manera bastante brusca, por lo demás" (p. 185).
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Cuando la gente se deja mamar gallo, y a su vez, mama gallo, todo está hecho"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"La incertidumbre es la condición del purgatorio"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"De día, aunque los miedos rondan, la rutina y la luz, la compañía reduce los miedos, los hace ver menos inminentes. Pero la noche es de los fantasmas"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Una enfermedad como esta, de pronóstico tan esquivo, cierra el horizonte. Todo queda congelado en la indefinición, en la incertidumbre, en la oscilación. No puedo pensar más allá. Quizá pueda soñar, pero antes los sueños eran proyectos; ahora los proyectos están cortados por una cortina negra".
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Volví a pensar en los libros que me falta leer"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"pero frente al abanico de riesgos, necesito entregarme al destino sin resistir; es decir, sin llantos ni lamentos. No es fácil, porque uno busca despertar piedad a ver si por ahí se le encuentra el vado al río. Entregarse es no buscar protección"
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"¿Cuántos viajes he dejado de hacer? ¿cuántas tierras desconocidas quedarán enterradas conmigo? ¿Cuántos libros en los que han formado mi tiempo he dejado de leer?
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"El tiempo de la anestesia es un tiempo que queda faltando, que alguna conciencia echa de menos"
56
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"El miedo. El miedo a la muerte, claro está. No hay otro miedo" (p. 245).
57
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Al miedo, le decía yo a Antonia, hay que mirarle la cara" (p. 245).
58
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Para conocer, señor, hay que andar"
59
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Oír las voces de las gentes no fue suficiente. Para no usurparlas, había que escribirlas en el mismo tono y el mismo lenguaje en que habían sido escuchadas".
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Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Escuchar —perdónenme el tono— es ante todo una actitud humilde que permite poner al otro por delante de mí, o mejor, reconocer que estoy frente al otro. Escuchar es limpiar lo que me distancia del vecino o del afuerano, que es lo mismo que me distancia de mí. El camino, pues, da la vuelta. Escuchar es casi escribir" (p. 302).
61
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Se tiene miedo de escribir porque se tiene miedo de escuchar; porque se tiene miedo de vivir"
62
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Escuchar y escribir son actos gemelos que conducen a la creación" (p. 303).
63
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"Crear es, al fin y al cabo, un acto ético"
64
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"La dificultad comienza cuando el que trata de escribir no oye porque está aturdido de juicios y prejuicios, que son justamente la materia que debe ser borrada para llegar al hueso. Mi oficio de escribir se reduce a editar voces que han sido distorsionadas, falsificadas, ignoradas"
65
Alfredo Molano Bravo
Cartas a Antonia
"He pagado un alto precio por apartarme de la mirada oficial, la que llaman "políticamente correcta": falsamente objetiva, parcial, aséptica"
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Pilar Quintana
La perra
"Esa había Sido su perra: ella la había rescatado, llevado en su brasier, le había enseñado a comer, a hacer del cuerpo en los lugares adecuados y a comportarse como debía hasta que no la necesito más."
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Pilar Quintana
La perra
"Damaris pensó que seguro querrían mucho a la chachorra, pues ellos tampoco tenían hijos, y se preguntó si sería eso lo que los mantenía unidos."
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Pilar Quintana
La perra
"Quiso huir, perderse, no decirle nada a nadie y que la selva se la tragara. Empezó a correr, se tropezó, cayó, se levantó y volvió a correr."
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Pilar Quintana
La perra
“Así que eso era matar. Damaris pensó que no era difícil ni tomaba demasiado tiempo.”
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Pilar Quintana
La perra
“Quiso huir, perderse, no decirle nada a nadie y que la selva se la tragara. Empezó a correr, se tropezó, cayó, se levantó y volvió a correr.”
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Pilar Quintana
La perra
"No había viento. Las hojas de los árboles se habían quedado quietas y lo único que se oía era el mar. A Damaris le pareció que el tiempo se estiraba y que ella estaría ahí hasta hacerse adulta y luego vieja".
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Pilar Quintana
La perra
"La única ciudad que conocía era Buenaventura, que quedaba a una hora en lancha y no tenía grandes edificios. Tampoco conocía el frío de las montañas, pero por lo que veía en televisión y decía la gente, se figuraba que Bogotá debía ser como la oficina de Telecom luego de una semana de lluvia: un lugar oscuro, con ecos y que olía a humedad como las cuevas".
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Pilar Quintana
La perra
"Damaris se quería morir porque para ella ser igualada era algo tan terrible o indebido como el incesto o un crimen."
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Pilar Quintana
La perra
"Él quería comprarse un nuevo trasmallo y un equipo de sonido grande con cuatro parlantes, pero Damaris llevaba un tiempo pensando cómo decirle que ella no había dejado de desear un hijo".
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